Hoy entre mis curiosidades, y haciendo una pequeña limpieza, tratando de encontrar música que me recordara una parte de mi que hace mucho no siento, escuche La ausencia de ti, un chorema/canción de Edgar Oceransky acompañado por Edel Juarez y me gusto mucho, unos minutos después tenía la sensación de ya haber leído/oído el chorema, y descubrí que el nombre original es Hombre preso que mira a su hijo y se le atribuye a Mario Benedetti, por lo que me gusto aun más, simplemente quiero compartirlo ya que a mi me cautivo la manera de atraparme dentro de la imaginación, como cada palabra podía llevarme a pensar en esas grises y frías imagenes posteriores a la guerra. Aquí dejo el texto y añado el link de you tube con un click en el título.
Cuando era como vos me enseñaron los viejos y también las maestras bondadosas y miopes,
que libertad o muerte era una redundancia, a quién se le ocurría en un país donde los presidentes andaban sin capangas, que la patria o la tumba era otro pleonasmo, ya que la patria funcionaba bien en las canchas y en los pastoreos.
Realmente botija no sabian un corno, pobrecitos creían que libertad era tan sólo una palabra aguda, que muerte era tan sólo grave o llana y cárceles por suerte una palabra esdrújula. Olvidaban poner el acento en el hombre.
La culpa no era exactamente de ellos, sino de otros más duros y siniestros, y éstos sí cómo nos ensartaron con la limpia república verbal, cómo idealizaron la vidurria de vacas y estancieros, y cómo nos vendieron un ejército que tomaba su mate en los cuarteles.
Uno no siempre hace lo que quiere, uno no siempre puede.
Por eso estoy aquí mirándote y echándote de menos; por eso es que no puedo despeinarte el jopo ni ayudarte con la tabla del nueve, ni acribillarte a pelotazos, vos sabés que tuve que elegir otros juegos y que los jugué en serio, y jugué por ejemplo a los ladrones y los ladrones eran policías,
y jugué por ejemplo a la escondida y si te descubrían te mataban, y jugué a la mancha y la mancha siempre fue de sangre.
Botija aunque tengas pocos años creo que hay que decirte la verdad, para que no la olvides por eso no te oculto que me dieron picana, que casi me revientan los riñones, todas estas llagas, hinchazones y heridas que tus ojos redondos miran hipnotizados son durísimos golpes, son botas en la cara, demasiado dolor para que te lo oculte, demasiado suplicio para que se me borre.
Pero también es bueno que conozcas que tu viejo calló o puteó como un loco, que es una linda forma de callar, que tu viejo olvidó todos los números (por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos, y las calles y el color de los ojos y los cabellos y las cicatrices y en qué esquina, en qué bar, qué parada, qué casa, y acordarse de vos de tu carita lo ayudaba a callar.
Una cosa es morirse de dolor y otra cosas morirse de verguenza:
Por eso ahora me podés preguntar y sobre todo puedo yo responder uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.
Llorá nomás botija son macanas que los hombres no lloran, aquí lloramos todos, gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos, porque es mejor llorar que traicionar, porque es mejor llorar que traicionarse.
Llorá, pero no olvides.
Ahora sólo me queda buscarme de amante la respiración, no mirar a los mapas, seguir en mí mismo, no andar ciertas calles, olvidar que fue mío una vez cierto libro, o hacer la canción,
y decirte que todo está igual: la ciudad, los amigos y el mar, esperando por tí, esperando por tí...
Sigo llendo a Teté semana por semana, te acuerdas de allá.
Hoy habló de fusiles despidiendo muertos, yo sé que ella me ama, es por eso, tal vez, que te siento en su sala, aunque ahora no estas, y se siente en la conversación o será que tengo la impresión de la ausencia y de tí, de la ausencia y de tí.
No quisiera un fracaso en el sabio delito que es recordar la nostalgia de cosas pequeñas y tontas, como en el tumulto pisarte los pies y reir y reir y reir, madrugada sin ir a dormir sí, es distinto sin tí, muy distinto sin tí.
Las ideas son balas hoy día y no puedo usar flores por tí, hoy quisiera ser viejo y muy sabio y poderte decir lo que aqui no he podido decirte, hablar como un árbol con mi sombra hacia ti, como un libro salvado del mar, como un muerto que aprende a besar para tí, para tí, para tí, para tí.
Punto.
Cuando era como vos me enseñaron los viejos y también las maestras bondadosas y miopes,
que libertad o muerte era una redundancia, a quién se le ocurría en un país donde los presidentes andaban sin capangas, que la patria o la tumba era otro pleonasmo, ya que la patria funcionaba bien en las canchas y en los pastoreos.
Realmente botija no sabian un corno, pobrecitos creían que libertad era tan sólo una palabra aguda, que muerte era tan sólo grave o llana y cárceles por suerte una palabra esdrújula. Olvidaban poner el acento en el hombre.
La culpa no era exactamente de ellos, sino de otros más duros y siniestros, y éstos sí cómo nos ensartaron con la limpia república verbal, cómo idealizaron la vidurria de vacas y estancieros, y cómo nos vendieron un ejército que tomaba su mate en los cuarteles.
Uno no siempre hace lo que quiere, uno no siempre puede.
Por eso estoy aquí mirándote y echándote de menos; por eso es que no puedo despeinarte el jopo ni ayudarte con la tabla del nueve, ni acribillarte a pelotazos, vos sabés que tuve que elegir otros juegos y que los jugué en serio, y jugué por ejemplo a los ladrones y los ladrones eran policías,
y jugué por ejemplo a la escondida y si te descubrían te mataban, y jugué a la mancha y la mancha siempre fue de sangre.
Botija aunque tengas pocos años creo que hay que decirte la verdad, para que no la olvides por eso no te oculto que me dieron picana, que casi me revientan los riñones, todas estas llagas, hinchazones y heridas que tus ojos redondos miran hipnotizados son durísimos golpes, son botas en la cara, demasiado dolor para que te lo oculte, demasiado suplicio para que se me borre.
Pero también es bueno que conozcas que tu viejo calló o puteó como un loco, que es una linda forma de callar, que tu viejo olvidó todos los números (por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos, y las calles y el color de los ojos y los cabellos y las cicatrices y en qué esquina, en qué bar, qué parada, qué casa, y acordarse de vos de tu carita lo ayudaba a callar.
Una cosa es morirse de dolor y otra cosas morirse de verguenza:
Por eso ahora me podés preguntar y sobre todo puedo yo responder uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.
Llorá nomás botija son macanas que los hombres no lloran, aquí lloramos todos, gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos, porque es mejor llorar que traicionar, porque es mejor llorar que traicionarse.
Llorá, pero no olvides.
Ahora sólo me queda buscarme de amante la respiración, no mirar a los mapas, seguir en mí mismo, no andar ciertas calles, olvidar que fue mío una vez cierto libro, o hacer la canción,
y decirte que todo está igual: la ciudad, los amigos y el mar, esperando por tí, esperando por tí...
Sigo llendo a Teté semana por semana, te acuerdas de allá.
Hoy habló de fusiles despidiendo muertos, yo sé que ella me ama, es por eso, tal vez, que te siento en su sala, aunque ahora no estas, y se siente en la conversación o será que tengo la impresión de la ausencia y de tí, de la ausencia y de tí.
No quisiera un fracaso en el sabio delito que es recordar la nostalgia de cosas pequeñas y tontas, como en el tumulto pisarte los pies y reir y reir y reir, madrugada sin ir a dormir sí, es distinto sin tí, muy distinto sin tí.
Las ideas son balas hoy día y no puedo usar flores por tí, hoy quisiera ser viejo y muy sabio y poderte decir lo que aqui no he podido decirte, hablar como un árbol con mi sombra hacia ti, como un libro salvado del mar, como un muerto que aprende a besar para tí, para tí, para tí, para tí.
Punto.